La apuesta de Alauda Ruiz de Azúa, que hasta ahora sólo había dirigido cortometrajes, es casi opuesta a la de Sorogoyen en As bestas. Cinco lobitos es una historia sin subrayados, sin un momento de más ni de menos, con escenas que duran lo justo en cada caso, para transmitir con precisión lo que toca, lo que incomoda, lo que conmueve, lo que duele.
Hay más verdad -y amor- en cada plano compartido por Laia Costa y Susi Sánchez en Cinco lobitos, que en todos los que comparten Marina Fois y Denis Ménochet en As bestas.
Y aquí no hay vecinos hostiles en un entorno rural de los que acojonan. Hay espacios luminosos de la costa vasca, casa acomodada, padres de libro (el torpe macho, la mandamás a su pesar), e hija desbordada por la crianza de su primer bebé, esa recién nacida que va a suceder a las dos mujeres de distintas generaciones que se ocupan de ella.
Cómo hacer compatible lo que eras con lo que vas a ser, cuadratura del círculo más que frustrante, cómo el varón se escabulle de lo más duro de la crianza, cómo una hija puede convertirse en madre de su hija y de su madre... Todo contado sin prisa y sin pausa, sin levantar la voz, sin más riesgos que los que la vida de cualquiera concita.