jueves, 27 de octubre de 2022

Los mercenarios 4

 Ya está anunciada en la web de Vértice 

con un "Próximamente en cines"

¡Qué nervios...!



domingo, 23 de octubre de 2022

Argentina 1985

 

Ha estado unas semanas en cartel y recibido una respuesta tibia del público. Aunque esa respuesta, sumada a las excelentes críticas, puede considerarse un éxito; sobre todo, si tenemos en cuenta lo que se está ampliando la distancia entre las bobadas que nos endosa Hollywood en la última década y todo lo demás, sea brillante o bobo. En este caso, es brillante.

Pero eso da igual, ya está en Amazon prime video. No han esperado a que se desinfle en taquilla ni a ver qué efecto producía su selección para los Oscar. El estreno en salas parece a estas alturas un mero requisito para aspirar a premios internacionales de la industria (ya lo suprimirán y competirá cine de streaming sin pasar por la casilla de salida, al tiempo).

Argentina 85 atesora todos las virtudes del gran cine argentino: la viveza, el verismo, el humor, la ambición temática, la crítica a las feroces juntas militares y Darín. Ricardo Darín, tan enorme como siempre que tiene papel. La gran estrella hispanoamericana de los últimos 20 años. Al sur de Río Grande no queda nadie a su nivel. Cuando alguno asoma, corre a Hollywood (vease el star mexicano).

Darín hace del fiscal civil Julio César Strassera, quien llevó la causa contra los Videla, Massera, Agosti y compañía. Lo hace con una convicción espectacular. No queda una pizca de Darín en la composición del personaje, es increíble lo que puede hacer este hombre con un peinado, un bigote, unas gafas de culo de vaso, un cigarrillo y un modo distinto de mirar y de moverse. Está perfecto. Pero su escolta de jóvenes y veteranos no le va la zaga, desde el más inexperto ayudante al más viejo consejero.

Tampoco los que dan testimonio frente al tribunal, en especial esa madre obligada a parir ante la indiferencia, el desprecio o la crueldad de sus carceleros. Todo contado sin representación en pantalla de lo sórdido. Lo escuchado es tan contundente que basta un actor en cuadro, hablando sobre lo que la persona que encarna tuvo que sufrir, para obtener un efecto magnífico, pero sin efectismos.

Los miedos, los momentos de paranoia, la actitud del defensor, de los muchos partidarios de los militares, de los funcionarios oportunistas u oportunos, de los familiares, hasta de la secretaria de Strassera (qué hallazgo, ese personaje), consiguen que esta trama eminentemente judicial tenga vuelo fuera de la sala. En los pasillos, en la casa, en la calle, todo bien ambientado con lo justo, vestuario, muebles, autos, canciones de época.

Gracias a Amazon tendrá la repercusión que ya no dan las salas a historias que no hablen de superpoderes o franquicias afines. 
 
Si el algoritmo lo permite, por supuesto. Que al algoritmo, Darín se la suda.

domingo, 16 de octubre de 2022

Angela Lansbury

 

La bella y la bestia

En compañía de lobos

El espejo roto

Sansón y Dalila

El retrato de Dorian Gray

 
Luz que agoniza

martes, 11 de octubre de 2022

42 segundos

Una buena película (sobre todo para los que vivimos como propia aquella Olimpiada). Además, de género deportivo, tan poco usual en nuestra cinematografía si hablamos de alta competición y no de pachangas de barrio.

Otro caso curioso de baja autoestima, el desprecio a esta categoría de cine aplicado a los nuestros, teniendo en cuenta los grandes deportistas, individuales y de equipo con los que cuenta España desde hace décadas. Incluso las figuras solitarias de los pioneros, en aquellas épocas y deportes que nadie practicaba, darían para interesantes películas: Seve, Santana, Nieto...  Ya puestos, hasta la selección de baloncesto que llegó a la final de Los Ángeles en el 84 merece película.

Aquí se apuesta por un deporte que tuvo su eclosión cuando despuntó este equipo increíblemente completo, liderado por dos deportistas opuestos: el metódico y el creativo. El disciplinado y el díscolo. Muy bien los intérpretes en ambos casos.

La película, por descontado, no inventa nada nuevo en el género, pero lo cuenta bien. Da, por resumir, una grata ración de obviedades y emoción. Sin despreciar el humor de los contrastes, la rivalidad entre ciudades y varios secundarios inspirados (el entrenador, su ayudante, el director del equipo, el perodista). 42 segundos es otra de esas películas que hacen pensar en un cine propio posible y muy diferente del que demasiadas veces tenemos.

Hábilmente rodada, anda corta de medios en algunos momentos muy puntuales, pero consigue enmascararlo en casi todos. La emoción juega en casa.

lunes, 3 de octubre de 2022

Modelo 77

Alberto Rodríguez, después de El hombre de las mil caras, que le salió menos redonda que ese póker triunfal formado por Siete vírgenes, After, Grupo 7 y, sobre todo, La isla mínima, se pasó a la tele a dirigir una serie contundente y cuajada, aunque no memorable, como ha sido La peste.

La pantalla grande es, sin embargo, el espacio natural del director y ha vuelto a ella para poner en pie una de esas historias que le gustan, de tiempos convulsos, protagonistas marginales y vida al límite. No le ha podido salir mejor. Con un casting perfecto, unos recursos de puesta en escena que parecen de otro país y una historia poderosa, Rodríguez ha acertado de pleno.

Miguel Herrán también ha hecho diana. Corría el riesgo el chaval de quedarse en la popularidad de carpeta con éxitos tan llamativos y efímeros como La casa de papel, Élite o el enésimo producto aseado pero vacuo de Calparsoro (qué desperdicio de talento el de Calparsoro, ya que estamos). 

Esta nueva película con Herrán como protagonista pone las cosas en su sitio: es un excelente actor, que además derrocha carisma. No está al alcance de cualquiera aguantarle el plano con tanta firmeza a un "robaplanos" como Javier Gutiérrez.

La historia, carcelaria hasta las cachas, fluctúa hábilmente entre la aventura, la sociología y la denuncia, sin cargar las tintas sobre nada en lo que no estemos todos de acuerdo, otro mérito inmenso en los tiempos que corren. El mundo penitenciario es, por su propia esencia, un mundo aparte. Y eso anima la vertiente que el ser humano tiene de alimaña, con o sin uniforme. 

También está la voluntad de cambiar un estado de cosas, claro. Entonces como ahora. Y tenemos muchas asociaciones por debajo de los que deciden, pero entonces como ahora sirven de poco. 


Antes de los mensajes finales en rojo sobre negro que abundan en esa desagradable certeza, la aventura se enseñorea del film para un último tramo más convencional, aunque coherente con todo lo que le precede. La película apenas se resiente de esta "concesión", porque Rodríguez sabe que tiene un cierre de los que te hace quedarte a los créditos.