Javier Ruiz Caldera va a ser el que le salve los muebles este año a Telecinco Cinema, que se ha quedado corto (desde las expectativas de taquilla puestas en sus sucesivos estrenos), a pesar de las promociones y lanzamientos apisonadora marca de la casa.
Este realizador es un tipo solvente que conoce su oficio. La primera vez que llamó la atención fue con aquel artefacto llamado Spanish Movie, que parodiaba a pura brocha gorda grandes títulos de nuestra cinematografía reciente (recuerdo a bote pronto Volver, Los Otros, El Orfanato, El laberinto del fauno, Mar adentro). Era de es clase de película que ofrece risas en un encadenado de gags tirando a zafios y hace caja. Aunque lo que a mí me sorprendió gratamente fue que el cocinado de semejante potaje fuera capaz de demostrar que hay títulos españoles con calado popular y escenas antológicas, hasta el punto de poderse parodiar sin temer su desconocimiento por el espectador local.
Tras la exitosa gamberrada, Ruiz Caldera buscó argumentos aseados y puso en pie Promoción Fantasma, un comedia más o menos juvenil, sencilla y resultona a la que no le fue mal. Tuvo aún mejor acogida 3 bodas de más, con la que su pulso para la comedia subió varios escalones, Inma Cuesta dio una exhibición de las que suele y la taquilla volvió a responderle.
Seguramente los que cuentan el dinero de las ganancias pensaron que habían encontrado a un infalible (error del que nunca se apean) y pusieron candela para Anacleto, anti-héroe del cómic Bruguera que funcionó como narración de forma notable y divertida, pero se quedó a medias en recaudaciones, sobre todo en relación a lo que Ruiz Caldera consiguió en su anterior película.
Ahora vuelve a estar de subida en las apuestas: Acaba de estrenar Superlópez, que no pasará a la historia como película grande o de culto, porque su única pretensión es dar risas a paletadas a costa de la cutrez de la que tanto nos gusta reírnos, y no digamos si es la nuestra.
Tiene de nuevo buenos comediantes en el ajo: Borja Cobeaga y Diego San José (con más que probada habilidad para hacer reír al respetable), pilotan el guión; Dani Rovira, Alejandra Jiménez, Julián López, Maribel Verdú, Pedro Casablanc o Gracia Olayo pueden escenificar cualquier comicidad a la que la producción se atreva; y todo parte de un estupendo personaje de Jan del que parece suficiente explotar el nombre, el traje y el bigote.
En este punto, importa la trama mínima para que la cosa rule de principio a fin, mientras la trufas de situaciones humorísticas a tono.
Ahí empiezan los problemas: las situaciones no son tan graciosas como deberían. Falta, sin ir más lejos, un potente gag de arranque, que aquí se sustituye por el paralelismo entre los orígenes de este súper y los de Superman, pero sin Brando (ni Glenn Ford). En fin, que un mero bigote temprano no tiene tanta gracia.
Después, en cada paso del avance narrativo (familia, trabajo, salvamento chapu, Luisa la novia, Ágata la villana, regreso al hogar, duelo final...), el interés por los hechos renquea y la vocación de comedia también. En mi opinión, muy pocos guiños funcionan razonablemente, otros cantan la traviata y contados son los que arrancan la agradecible risa, casi siempre gracias a los intérpretes más especializados, Olayo, López y Jiménez.
A veces parece una cuestión de ritmo, del nervio que requiere la Comedia, ese santo grial que puede esconderse en la puesta en escena, en el montaje, en la dirección de actores, en el libreto,... o en todos. Pero algunos momentos que piden un remate final descacharrante te dejan con las ganas y las situaciones más prolongadas desinflan la necesaria viveza o incluso vértigo que lo súper-heroico, aún en parodia, precisa.
Esto del humor siempre es muy personal. Sin embargo, todos los artífices de esta película (guionistas, director, intérpretes), me han dado mucha diversión en otras ocasiones, así que la decepción es para mí mayor. Quizá me empieza a cansar el recurso de que en España no somos más que unos cutres y me irritan los chistes en los que los inmigrantes latinoamericanos son el felpudo de nuestra mezquindad. Me cansa o me irrita, lo verbalicen los actores o lo representen en pantalla.
Por descontado, en Superlópez los objetivos del héroe y la villana no importan lo más mínimo. Los de Telecinco van a cumplirse.