Prometo volver a los cines y actualizar mi opinión sobre lo que va estrenándose últimamente. Entre tanto, ahí van algunas intervenciones en el maravilloso grupo cinéfilo que en facebook responde al nombre de CINEAMOS.
HISTORIAS DE LA RADIO
En 1955, con el país hecho unos zorros, y un cine acogotado por la censura y la propaganda, un director “del régimen” filmó una de las mejores películas que ha dado nuestra cinematografía al mundo, aunque ese mundo (salvo Woody Allen) probablemente la desconozca, como no pocos de aquí, y ya es lástima.
Estructurada en tres episodios unidos por un romance sencillo entre locutores y por dos oyentes que hacen gimnasia, la película recorre España sin salir de la provincia de Madrid con una capacidad de síntesis abrumadora: El imposible I+D español, nuestra capacidad de compasión y de burla, la solidaridad entre vecinos, la influencia de la Iglesia, las celebridades del momento (fútbol, toros y copla), la radio como tabla de salvación, el valor torpedeado e impredecible de un maestro de escuela. Casi, casi lo de siempre, pero contado con un talento que hoy echo bastante de menos.
Con un reparto absolutamente mítico (Paco Rabal, Pepe Isbert, Alberto Romea, Tony Leblanc, Guadalupe Muñoz Sampedro, José Orjas, Juanjo Menéndez, Ángel de Andrés, Juan Calvo, Margarita Andrey y muchos más), "Historias de la Radio" puede verse como las mejores de Capra tantas veces como quieras. Volverás a conmoverte con el discurso de Isbert y a emocionarte con la exhibición de Romea: “DOBLO”.
LAS NIEVES DEL KILIMANJARO
Gente íntegra en tiempos aciagos, sin necesidad de meterse en un escenario histórico o de guerra. Gente de bien que descubre lo difícil que es vivir sin prejuicios en la propia ciudad, donde hay personas dispuestas a todo para cambiar su suerte, aunque sea a costa de la tuya. Gente con amigos y familia que ha luchado para alcanzar cierta prosperidad, pero experimenta a su pesar la dificultad de disfrutarla al margen del mundo, sus miserias y sus amenazas. En fin, Europa. La que tenemos. En la que vivimos. Contada a media voz por un marsellés (Robert Guédiguian), que pasa de súper héroes un kilo. La película se llama "Las nieves del Kilimanjaro", se estrenó en salas en 2011, la vi en el Festival de Cine Inédito de Mérida antes de que aterrizara en el resto de España, y es una maravilla.
Portada para ella.
OJOS NEGROS
En 1987, el ruso Nikita Mikhalkov realizó con dinero y protagonista italianos la maravillosa “Ojos negros”, película basada en tres cuentos de Chejov que relata la desgraciada vida sentimental de Romano Patroni, contada por él mismo a un caballero ruso en la cubierta de un vapor.
Marcello Mastroianni despliega todo su talento encarnando a este personaje de origen humilde que consigue terminar la carrera de arquitectura, casarse con una rica heredera y enamorarse años después en un balneario de Ana, una hermosa joven a la que persigue por toda Rusia.
Bella, melancólica, divertida y sentimental, la mejor película de Mikhalkov y la última gran interpretación de Mastroianni es una lección inolvidable de ese cine que evoca los amores frustrados y las ilusiones perdidas.
Portada para Cineamos. ¡Sabaska!
UNA SEPARACIÓN
Asghar Farhadi es un cineasta iraní que, aunque ha hecho varios más, lleva desde 2009 hasta hoy tres peliculones consecutivos: A propósito de Elly, Nader y Simin y El pasado. Esta imagen corresponde a la segunda, que realiza una radiografía de la sociedad actual en el país de origen del director casi inaudita, dado el control sobre lo que se puede decir y lo que no que se practica en Irán.
La vid
a cotidiana y los problemas reales de gente normal sujeta a unos usos sociales concretos, (ajenos a los nuestros, pero comprensibles y cinematográficamente interesantísimos), se despliega en pantalla durante 123 minutos que pasan en un suspiro. “Nader y Simin, una separación” trata de asuntos que humanamente importan, que hurgan en el sentido último de las relaciones entre personas que se quieren, conviven, desconfían o se demandan en un juzgado cualquiera por desencuentros, ofensas, interés o despecho. De cuidar a un padre, de proteger a un hijo, de quedarse y de marcharse, de obcecarse o ceder. De la vida. Sin helicópteros en persecución, sin planetas lejanos, sin infecciones zombies ni superpoderes digitales. La clase de cine que EE UU dejó de hacer en el siglo XXI, que Italia la grande ya apenas hace, que Francia ha rebozado en azúcar de Starbucks para que sepa mejor y que España no ha logrado armar sin meterle comedia al guiso.
Pero no os creáis que Nader y Simin se limitó a minorías. La película recibió alrededor de 90 nominaciones a diferentes premios ganando 65 de ellos (Oscar, Bafta, César, Globo de Oro, Oso de Oro,…) y arrasó en taquilla. Dejo aquí un momento de diálogo entre Nader y Simin, a vueltas con el Alzheimer que sufre el padre de Nader:
Simin: - Ni siquiera sabe que eres su hijo.
Nader: - Pero yo sé que es mi padre.
Pues eso, que no os la perdáis.
Recomendada de la semana.
SMOKING ROOM
Roger Gual y J.D. Wallovits (no, no es el de Big Bang Theory), se marcaron en 2002 una película contundente a base de actores y guión, para bucear en una empresa cualquiera y una aparentemente menor reivindicación de los trabajadores que fumaban. Encadenando encuentros de los diferentes empleados, que motiva el promotor de la iniciativa para disponer de una “Smoking Room” en el edificio, todas las variantes de alienación, frustraciones, malestares, claudicaciones y mala leche que se dan en el entorno laboral siglo XXI desfilan por la pantalla desde la azotea hasta la calle, mientras la maquinaria trabaja silenciosa e implacable, como un elefante inmune a las picaduras de mosquito.
Después de esta maravilla minimalista y jugosa, los directores siguieron su camino por separado y no volvieron a hacer blanco. Pero Smoking Room sería, con otra bandera en la producción, un referente cinéfilo de primer orden.
Recomendada de la semana.
ITALIANAS
Que hayan pasado veintidós años desde "El cartero y Pablo Neruda" (dirigida por un británico), sin que Italia haya sabido darle papeles de creciente interés a esta mujer (apenas dos o tres buenos títulos que no han salido de allí), dice mucho de cómo está el cine italiano.
Recuerdo que Alex de la Iglesia la fichó como secundaria para El día de la bestia y la saga Bond le dió un papelín cuando Brosnan. Poco más. Eso, por cierto, tampoco dice mucho de las cinematografías vecinas.
En fin, creo que no ha habido relevo para Loren, Cardinale, Lolobrigida, Lisi, Magnano,...
Y no será por falta de buenas y bellas intérpretes nacidas en Italia.
Lástima.
HITCHCOCK Y TRUFFAUT
Si alguien quiere bucear en la entrevista sobre cine que se ha convertido en canon (50 horas de análisis para una cinematografía plagada de obras maestras), recomiendo el libro Truffaut-Hitchcock, en el que dos gigantes se explayan alrededor de la obra del viejo Alfred. La lección de cine es impagable, pero el estilo de las intervenciones del joven francés y la autocrítica del maestro del suspense son de lo que ya no hay.
Algunos dicen que el cine de ambos ha envejecido. A mí me siguen fascinando. Aprendí a amar el cine a través de sus películas. Portada para fin de semana lluvioso: Ideal para leer, para ver películas de intriga o películas francesas.
GUARDIANES DE LA GALAXIA
- ¿Vamos mañana a la fiesta de Juancho y Piluca?
- Mientras sus amigas no me pongan verde...
MUERTE DE UN CICLISTA
En tres años consecutivos, el director Juan Antonio Bardem (la tercera B mágica del cine español junto a la B de Buñuel y la B de Berlanga), encadenó tres obras maestras que ninguna televisión de nuestro país considera necesario reponer ni de madrugada:
Se trata de Cómicos (1954), Muerte de un ciclista (1955) y Calle Mayor (1956).
Cualquiera de ellas merece cabecera y reseña, pero he elegido la segunda porque la imagen que la materializa y pongo aquí es una de las más icónicas de nuestro cine. Yo creo que en blanco y negro, solo Isbert disfrazado de sheriff (“Bienvenido Mister Marshall”) y la navaja barbera de Buñuel a punto de segar un ojo de mujer (“Un perro andaluz”), la igualan en reconocimiento del público.
Incluso de aquellos que nunca la han visto.
La historia arranca cuando un profesor de universidad (Alberto Closas) y su amante (Lucía Bosé), atropellan accidentalmente a un ciclista en una carretera desierta. Como ella es una mujer casada (de la alta burguesía, además), deciden ocultar el trágico accidente por miedo a que se descubra el adulterio.
A partir de ahí, la tensión, el remordimiento, el disimulo, el chantaje y una sociedad axfisiada y axfisiante cerrándose sobre los amantes como un cepo. Una película maravillosa, que ni siquiera la censura consiguió cargarse y que cosechó el Premio de la Crítica Internacional en el Festival de Cannes.
Una de las imprescindibles del séptimo arte, parida en España. A lo mejor por eso nunca aparece en esas listas que tanto gustan por internet.
LA DOLCE VITA
Anita tenía su propio estilo para hacerse la sueca: Lo mismo debutaba con Abbot y Costelo y decoraba las de Dean Martin, Jerry Lewis o Sinatra, que se embarcaba con Fernán Gómez y Vittorio de Sica, con Víctor Mature o Sterling Hayden, en títulos que no han quedado para la historia en ninguna guía de Cine.
A pesar de ganar un Globo de Oro con 24 años, codearse con las estrellas de Hollywood, con la Loren y con Mastroianni, estaba prácticamente retirada quince años más tarde, modelando aquí y allá, estableciendo de paso -en dos o tres reportajes- el canon del Playboy.
Muchas actrices tuvieron una trayectoria igualmente prometedora, corta y decepcionante en aquellos años dorados. Pero ninguna se metió en la Fontana de Trevi para aquilatar una de las imágenes más imperecederas del cine mundial. No importa pues, en términos cinematográficos, qué hiciera la Ekberg antes y después de La doce vita. Para que su imagen perviva eternamente, bastan su pródiga y luminosa piel enfundada en ese largo vestido negro, el escote palabra de honor (y otros juramentos), la cabellera sueca mojada y salvaje, su deliciosa súplica al italiano universal:
“Marcello, come here…!”
CAMPANADAS A MEDIANOCHE
El Palacio de la Música fue durante décadas un referente para los estrenos cinematográficos en España. Estrenar allí era un lujo, que incluía aquellas cartelerías imponentes, la marquesina a lo Broadway, la vitalidad de la Gran Vía.
Hoy ese cine permanece tapiado y amenaza con convertirse en una nueva tienda de ropa, como le sucedió a otros muchos que hubo en la calle más cinéfila de la capital. El culebrón empezó con Caja Madrid, como tantas otras cosas que nos han traído a estos lodos. Compró el Palacio bajo el compromiso de que “no se permitiera otro uso que el cultural (cine, teatro o música)". Después llegaron las obras de remodelación, el abandono de las mismas por cosas del presupuesto y la puesta en venta, con Mango como principal interesado.
Hay una campaña en defensa del uso cultural del edificio, un silencio interminable sobre las negociaciones de unos y de otros y la tapia sigue ahí, como metáfora de nuestras desdichas. En qué acabará la historia es algo que aún está por ver. El cine vive de finales trágicos y de finales felices.
Sea como sea, he aquí un estreno histórico en aquel cine de la Gran Vía, que tuvo lugar el seis de mayo de 1966: “Campanadas a Medianoche” de Orson Wells, rodada en España y producida por Emiliano Piedra. La última obra maestra de aquel rebelde enamorado de Shakespeare, los toros y las copas de Chicote.
Mañana por la noche la pasan en la 2.
MARILYN
Me gusta que Marilyn aparezca por aquí cada mes de abril, cuando celebramos el día del libro. Pero creo que aún no ha sido portada de Cineamos y, aunque me gusta poner el foco en otros cines e intérpretes aparte de los que nos ha dado y nos da Hollywood, la frágil rubia más legendaria de la historia bien se merece una.
Hasta cuando la vemos leyendo en cada abril parece que posa con un libro que no importa en la fotografía más que cualquier otro objeto de atrezzo. Tal era su capacidad de atracción sexual. Pero se sabe que contaba con una biblioteca bien surtida y muy selecta, que escribía poemas, que le gustaba usar la cabeza, que el rubio platino no le restaba un ápice de inteligencia y humanidad, dulzura y desconsuelo.
Marilyn era solo una mujer disfrazada de estrella. Tanto tiempo después, para mí es la primera la que sigue brillando.
LA BUENA ESTRELLA
En 1997, el director Ricardo Franco estrenó la mejor película de su filmografía y una de las más interesantes y desgarradoras historias de amor del cine de los 90. Se titulaba “La buena estrella” y contaba la extraña y conmovedora peripecia sentimental de tres infelices encarnados por Antonio Resines (el manso), Maribel Verdú (la tuerta) y Jordi Mollá (el guapito de cara).
Que la Verdú lo iba a clavar era previsible, el papel parecía cortado a su medida; Mollá aún tenía poco cine a la espalda pero podía esgrimir éxitos como “Jamón jamón” e “Historias del Kronen” y se adivinaba en él un actor versátil, muy lejos todavía de su actual encasillamiento hollywoodiense como narco para faenas de aliño; Resines parecía en cambio una elección errónea para los que creen que los clichés no se pueden violentar. Quizá no le habían visto en “La colmena”, “Luna de lobos” o “Acción Mutante”, por poner algunos ejemplos muy explícitos de su capacidad para cambiar de registro.
Por supuesto, los tres intérpretes están soberbios: Resines en su contención y su tristeza, Mollá en su arrogancia, Verdú en su valerosa fragilidad. Supongo que todos ellos comprendieron inmediatamente que aquella historia necesitaba de una sinceridad brutal para conseguir lo que el director buscaba, la emoción profunda y auténtica. Lo consiguió lanzándose a tumba abierta al terreno del melodrama naturalista con una convicción a prueba de cínicos.
“La buena estrella” cosechó cinco Goyas (película, director, actor, guión, banda sonora) y conquistó al público español como pocas lo hacen. Ricardo Franco murió un año después, en su mejor momento creativo.
UN POQUITO DE MOGAMBO
Mi mujer y yo tenemos un plan para este de fin de semana que, básicamente, se resume así.