miércoles, 21 de septiembre de 2016

Adiós a Curtis Hanson


Me gustaba su cine desde The bedroom window. Compitió en los Oscars el año de Titanic y mereció ganarla en unas cuantas categorías más. Pero me encantó el detalle de cuando un periodista le comentaba que todas las quinielas daban ganadora a la película de James Cameron. Hanson dijo: "Bueno, también todas las quinielas apostaban porque el Titanic llegaría al puerto de New York". 

Genial, Curtis. 

jueves, 1 de septiembre de 2016

Café society


47 años lleva Allen estrenando película, a vueltas con sus temas, el amor, el humor, el pesimismo, la esperanza, la vida y la muerte. 

Desde entonces, ha habido de todo: gamberradas de sketch, obras maestras, homenajes, experimentos, desenfoque, rutina, guiños, neurosis, turismo, elegancia, melancolía y jazz (ese nunca falta a la cita). Y un personaje: Woody Allen, el simpático, inseguro e inteligente tipo newyorkino y judío, interesante y culto pero nunca hostil gracias al ingenio. Lo encarnó él mismo mientras la edad se lo permitió y luego ha sido interpretado por diferentes actores con más o menos acierto.

No sé cómo levanta la pasta para seguir rodando en el Hollywood actual. Se dice que gracias a su taquilla europea, a sus repartos de campanillas, al sentimiento de culpa de Estudios empantanados en superproducciones pueriles. Qué más da. Woody hace una al año y (como la Navidad) siempre se espera, ya sea para redimirte o para darte un disgusto.


Ver la última suya, para colmo en el último cine que ha abierto en Madrid (Conde Duque Verdi), cobra un valor raro, entre el orgullo de resistente y la melancolía alleniana.

Café society es una delicia, fotogénica, reconocible, fluida, familiar y muy romántica. Los años 30 son el tiempo ficticio perfecto para Allen, ahora que ya no puede ejercer de neurótico enamoradizo y contemporáneo. Los Ángeles (Hollywood dorado) y Nueva York (entiéndase Manhattan), las ciudades de referencia para llevar de nuevo a un joven curioso y algo escéptico por el descubrimiento de las vanidades mundanas y los amores desdichados (qué hermosas por dentro y por fuera son las chicas de Woody).


Ya casi nadie rueda así en el cine estadounidense, apenas Allen, Eastwood... Octogenarios que saben narrar, construyendo personas, sentimientos y lugares para quedarse a vivir. Pero Allen nunca ha estado cachas y eso se agradece, porque sus historias son más cercanas, más de cualquiera de nosotros.

Michael Caine, que protagonizó para él Hannah y sus hermanas, otro cachondo brillante en las antípodas del director, se despachó una vez diciendo: "en contra de lo que la gente cree, Allen no es nada ingenioso. Es un tipo tímido y aburrido que, cuando alguien dice algo gracioso en la cena, se escurre al baño y lo apunta en una libreta". Puede que esta boutade tenga algo de cierto y si no, daría también para argumento de una película de Allen.

Sea como sea, ojalá siga "yendo al baño" 47 años más.