Las ovejas no pierden
el tren
Con un buen reparto y un
planteamiento medianamente interesante, aunque nada original, el regreso de
Fernández Armero a la pantalla grande se queda en un film correcto pero poco
inspirado sobre perdedores de trenes casi vocacionales.
El principal obstáculo para que esta
película coral funcione mejor es que casi ningún personaje despierta la necesaria
ternura o más simpatía. Quizá lo consigue el de la hostelera de éxito y
fracasada sentimental Candela Peña, aunque su voluntarismo se estira hasta un
punto en el que acaba resultando también algo irritante. Inma Cuesta pelea con el
rol más antipático y cansino, pero tampoco son queribles su marido encarnado por
Raul Arévalo, su peterpanesco cuñado Alberto San Juan ni el impresentable novio
de la hermana enamorada. Kiti Manver y Miguel Rellán, padres de unos y otros,
son capaces de levantar sus personajes simplemente con estar en cuadro, pero
tampoco enriquecen la propuesta.
Todo queda, en fin, a medio gas.
Hay tópicos factibles, personajes ciertos y anécdotas dispersas, pero nada se
enreda o se resuelve de modo significativo y disfrutable. Con esos mimbres tan
convencionales –lo que no es malo a priori- hay que aportar hallazgos, gags,
emoción y melancolía para no perder el tren.
Quizá cuando pase el próximo.
Anacleto, agente
secreto
Divertida parodia del cine de
espionaje acrobático, hecha con menos pasta y más gracia que muchas de las
verdaderas pelis de agentes y sus versiones cómicas anglosajonas.
Ruiz Caldera lo logra con un
guión bien traído en el que se lucen unos personajes dibujados con claridad. Aquí
cada cual hace lo que debe y lo hace bien. La estructura argumental es tópica
hasta que te da la risa, pero muchos momentos del desarrollo consiguen
trascender ese corsé sin complejo alguno por llevarlo puesto.
Su falta de pretensiones, un
reparto perfecto, buenos gags (el zumo de la verdad, el megavillano en el
bingo,…) y un ritmo adecuado hacen de ella lo que quiso ser: cine palomitero
del bueno. Anacleto nunca falla.
Magical Girl
La originalidad a toda costa, la
autoría por bandera y un reparto convencido y convincente le han llevado a
Vermut a parir esta película en la que sobra ambición artística y faltan
explicaciones a mansalva.
Para algunos, en eso radica su
genio. Para otros, el asunto tiene pinta de pereza intelectual o pose
descarada. En mi opinión, una cosa es dejar al espectador que encaje algunas
piezas y otra es darle medio puzzle y sin imagen de referencia en la tapa de la
caja.
Se le podría aplicar al director
la misma advertencia con la que el abre su película. Por mucho que Vermut se
empeñe, en el cine 2+2 también suman 4.