La hemos visto, refrigerando un tarde juliana sin niños al cargo ni en cercanía. Ya no van ni a los cines. Ese es probablemente uno de los problemas de ésta y otras muchas comedias, animadas o no: que la risa apenas se contagia, cada cual suelta su "jeje" aislado en una islita rodeada de butacas vacías.
Los chistes, claro, deberían ser mejores. La nueva de Pixar, que ha pulverizado los recórds taquilleros del año (sea cual sea el lugar del listón actual), mantiene la irreprochable factura pixariana, pero no aporta nada nuevo en lo gráfico, en lo escenográfico, en personajes, movimiento o textura. Es más de lo mismo, una calculadísima y muy solvente secuela de la primera, que peca de novedades poco interesantes y arquitectura mental de la protagonista ya conocida.
Apenas hay un buen momento para describir la pubertad de la niña, cuando se despierta estrenándola con un montón de sensaciones nuevas, apelotonadas y contradictorias. Y uno verdaderamente emotivo casi al final, cuando todas las emociones que la habitan se abrazan a la personalidad confusa de Riley.
Por lo demás, todo ñoño y ramplón: la aventura de campamento y hockey no puede ser más básica y sin sustancia, las amigas veteranas se desaprovechan tanto como las nuevas, los padres tienen que esperar su momento hasta los créditos finales...
Del Revés 2 es un ejercicio correcto para hacer caja sin quedar mal. Pero indigno del estudio más genial de los últimos treinta años de Hollywood.
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