Creo que solo me he saltado una de la saga que, junto a la de Indiana Jones, se agarra a mis querencias como ninguna otra en la historia del cine anglosajón moderno.
La primera de Alien
(el octavo pasajero) es el referente, claro, uno de los mejores
cifis terroríficos, si no el mejor, de la historia del cine. Y la revelación de esa actriz que ya figura en la orla como una de las más grandes (y altas) de su
generación.
Cameron con Aliens
hizo otra cosa, muy Cameron, enérgica, trepidante pero fiel al espíritu de las
pelis con xenomorfo. Fincher se marcó un Fincher, cuidado,
aparentemente rompedor y un poco vacuo, pero aún así atinado. El más marciano
invitado a la fiesta fue el director de Delicatessen, y se dio una vuelta por donde le vino en gana, pero seguía teniendo a Sigourney, más guapa
que nunca.
Luego vinieron Prometeus,
con buena actriz sustituta y notable sintético, aunque metafísicas sobrantes
(si explicas el monolito lo jodes), y Covenant, que me salté. De lo de Predator
contra Alien ya hablamos otro día.
Ésta de Romulus es
la más reciente, se acaba de estrenar en cines con el run run de que está en el
grupo de las buenas. Lo cierto es que lo está, se toma su tiempo en construir contexto
espacial, personajes y motivos, demora inteligentemente la aparición del
monstruo y cuando empieza el baile lo lleva con ritmo. Sólo dos decisiones a
pantalla son patinazos (opinables), pero a una te habitúas pronto y la otra
llega muy al final. Para entonces has visto un tour de forcé al más puro estilo
Alien, que bebe de todas lo poco que necesita y añade algunas ideas propias muy
brillantes.
Supongo que habrá más. Seguiremos
salivando ácido.