Desoladora y magnífica, roza la obra maestra aunque se queda a dos dedos (literal) de conseguirlo. La premisa es tan potente y el desarrollo tan ajustado, que su último tramo deja un leve poso de decepción. Y eso que termina del mejor modo posible, quizá no haya otro de acabar con tanta elegancia.
Los intérpretes están realmente impresionantes. Colin Farrell y Brendan Gleeson ya protagonizaron otra estupenda rareza de Martin McDonagh (Escondidos en Brujas), pero en ésta de Inisherin van mas allá y Farrell se inventa lo que en él parecía imposible: un pobre diablo cortito de entendederas y sin atractivos de ninguna especie, apenas un tipo plomizo pero amable.
Los complementan las mascotas más o menos convencionales, esa hermana furibunda, el tabernero y su gemelo, la vieja agorera, el joven retrasado, el policía execrable. Todos con su justa parcela de relevancia y representación.
Y el paisaje y la música irlandeses, claro. Bella y espiritual en toda su pena honda. Ideal para días y ánimos nublados.
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