Nanni Moretti era el último veterano de la temporada del que quería ver película, aunque creo que la suya se estrenó la primera. Antes de la de Allen, Erice y Scorsese. No parece casual que los americanos se despidan (o quizá no) del cine obsequiándonos una ficción al uso, sin meta-cine ni autorreferencias (más allá de las temáticas).
El español y el italiano, en cambio, reflexionan sobre el oficio de hacer películas, el papel de los directores, el capricho de los intérpretes, los géneros nunca logrados (¡ay, el musical...!) y la propia vida vivida a través del cine, condenada a él.
Moretti hace de Moretti como sólo él sabe, aunque en algunos momentos me parece Erice reencarnado. El director que representa puede no ser exactamente nadie, pero comparte con Moretti su soberbia moral, su izquierdismo por libre, su humor agresivo (lo de Netflix es para enmarcar) y su desesperado amor por un cine que agoniza.
Deliciosa, sí señor. Para mí, esta película es superior a otras suyas anteriores más severas.
ResponderEliminarEsta, más ligera, enlaza con Abril y Caro Diario.
Sí. Hasta hay un cartel de la película que sigue la línea de Caro diario, pero en lugar de dibujar a Moretti en vespa lo dibuja sobre el patinete que usa aquí.
EliminarMe ha gustado mucho la reflexión geopolítica sobre las maneras de autoficcionarse.
ResponderEliminarY de acuerdo con el primer comentario. Es mi película favorita de Moretti.
Soy Mudo, que no firmé el anterior comentario
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