Esta escena no tiene beso, aunque tampoco hace falta. No debe haber más de 10 en el cine español de semejante calado. Todo lo que contiene es oro puro, la vida de dos hombres haciendo balance en diez minutos fulminantes, para quien dude de aquel Oscar lejano. Y cómo está Bódalo, cómo lee y guarda luego el papel en el sobre como quien cierra un ataúd, cómo le devuelve el diagnóstico a Ferrandis, cómo se sienta y bebe después. Su oponente no se queda atrás, Ferrandis está contenido, resignado y valiente.
Garci, en los 80, era infalible.
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