sábado, 25 de mayo de 2013

Más gasolina. Mucha más.

Se acaba de estrenar la sexta entrega de los carracos, los cachas y las chavalas, titulada con mucha originalidad The Fast and the Furious 6. O lo que es lo mismo, a Combustión se le ha acabado la cuerda en salas. La versión Carpalsoro de guapos, chica, coches y velocidad estrenó el mismo fin de semana que Iron Man 3 y eso no le hizo mucho bien en términos de taquilla, aunque ha aguantado lo suyo pese a todo. 
Pero imaginaos que hubiese estrenado a la vez que The Fast.
Hay cosas en las que no merece la pena competir. Basta con ver los trailers una vez. Dan que pensar.


jueves, 23 de mayo de 2013

La Estrella


Ingrid Rubio es una excelente actriz, de las que siempre defiende sus papeles convincentemente, que ha tenido pocas oportunidades para hacer una protagonista en una película destacada. A pesar de ello, se mantiene fresca, joven y activa en un cine donde postularse como cabeza de cartel no debe ser nada fácil.

Aunque en ésta película comparta ese cartel con Carmen Machi, al verla no hay la más mínima duda de que Ingrid es La Estrella -en todos los sentidos-, del primer largometraje de Alberto Aranda. Una historia que mezcla el barrio, el amor desigual, el racismo, el maltrato, la ambición profesional, los buenos sentimientos y la necesidad de auto-afirmarse. 

Demasiadas especias en un primer guiso, que luce un impecable nivel técnico para una narrativa algo atolondrada y con más tópicos de los deseables, aparte de algunas torpezas de guión incomprensibles por lo fácil que habría sido no cometerlas.

Lo del ritmo y la empatía con el espectador supongo que es algo más difícil de planificar. Como le pasa al flamenco con el duende, o se tiene o no se tiene. En cualquier caso, la Estrella se ve con razonable agrado y la mayoría de los intérpretes hacen bien sus papeles, mejor cuanto más agradecidos. Ingrid, por descontado, está perfecta.

Mañana estrenan.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Las verdes praderas y las no tan verdes

La película Las verdes praderas es la primera colaboración entre Alfredo Landa y José Luis Garci.
Se estrenó en 1979 y, salvo porque ella no está en lo que se conoce como "mercado de trabajo", su vigencia es escalofriante.



Dos años después, Garci y Landa se descolgaron con El Crack. El investigador German Areta sigue imbatible entre los duros del cine español, más de treinta años después. Me hubiera gustado ver qué pasaba si le hubiese robado el mechero "Malamadre".



Ésta Historia de un beso es de 2002 y cuenta una historia de 1949. Alfredo Landa vuelve a coger el texto y lo convierte en oro, ante el pasmo de la actriz y la adoración del director tras la cámara. Para enmarcar.

jueves, 16 de mayo de 2013

Iron Man 3 en suecada tailandesa

Mi amigo David Garrido, director de programación del Festival de Cine Inédito de Mérida, me descubre esta genialidad del frikismo cinéfilo más activo y cachondo. Os pongo primero el trailer de la superproducción y luego una recreación desternillante made in Tailandia.

A disfrutar.

Con dinero a mansalva:



Con imaginación para dar y tomar:

El impostor




Bart Layton se saca de la manga con El impostor un documental absolutamente atípico, perturbador e inclasificable, donde una especie de Zelig juvenil se transforma en el hijo perdido de una familia norteamericana que necesita creer a toda costa en los milagros, aunque lleguen con años de retraso.

La galería de personajes que abrazan al desconocido o sospechan de su verdadera identidad configura un mosaico que oscila entre lo conmovedor y lo surrealista, y uno no sabe a ciencia cierta si lo que le están contando es real o simulado, en un juego meta-narrativo por el que la película se convierte en la metáfora perfecta de su protagonista, ese impostor tremendamente cinematográfico, tremendamente real.

Terrible y originalísima, salpicada de humor sombrío y maravillosamente montada, El impostor es lo que el documental puede ser a veces: la mejor intriga de la cartelera.


lunes, 13 de mayo de 2013

La voz

Tres días después del fallecimiento de Alfredo Landa, nos dejó Constantino Romero. La voz que doblaba al español a Clint Eastwood, a Darth Vader, a Terminator, a Mufasa, a Connery, a Nexus 6. Insuperable voz, que ojalá no se pierda como las lágrimas en la lluvia.

domingo, 12 de mayo de 2013

Éxtasis


En 1933, cuando el sonoro estaba aún cuajando en Europa, el checo Gustav Machaty rodó una película que ha alcanzado fama universal por un despelote campestre y un orgasmo simulado con un alfilerazo. La película se tituló Éxtasis (para qué andarse con rodeos) y estaba protagonizada por una jovencísima Hedy Maria Kiesler antes de convertirse en la hollywoodiense estrella Hedy Lamarr

Hedy fue  la primera mujer en la historia del cine que apareció desnuda en una película comercial. Y luego, aparte de casarse con un nazi, huir de él, seducir en la Meca californiana a quien le fue apeteciendo y protagonizar una treintena de películas en las que su belleza destacaba sobre todo lo demás, Hedy demostró su talento para la ingeniería ideando un sistema de comunicaciones secreto que a fuerza de adaptarse ha llegado hasta la WIFI.

Éxtasis, como dice un amigo experto, es una de esas películas de las que todos los cinéfilos han oído hablar pero que muy pocos han visto. En ella, el virtuosismo visual y narrativo del mudo se despliega en pantalla recorriendo todas las fórmulas plásticas que calaron en las primeras décadas del cine para contar una historia sencilla, en la que una mujer joven necesita disfrutar el amor físico y lo consigue por propia iniciativa, algo realmente rompedor para 1933. Y Hedy se fuma un pitillo al acabar. Creo que fue también para el cine el primer "cigarrito de después". 

El sonido, apenas necesario en los diálogos, se despliega en una partitura de Giuseppe Becce envolvente y adecuada. Y la luz, las localizaciones, la puesta en escena, el montaje y los intérpretes consiguen con fines estrictamente narrativos momentos poderosos de los que hoy se cuelan en las películas como fogonazos autorales de corte festivalero.

La vi este viernes, en pantalla grande y gratis. La sala estaba a rebosar, pero no había nadie menor de cuarenta años ocupando butaca. Suele pasar con las cosas de la cultura, esa que siempre vemos amenazada y que lo está, sobre todo, por la falta de interés que mucha gente exhibe ante ella. Hasta cuando sale una estrella en pelotas.

¿Dónde está hoy el "Éxtasis"? Vete tú a saber.


jueves, 9 de mayo de 2013

Adiós, Fendetestas


Germán Areta, Paco el Bajo, Don José, el brigada Castro, 
Sancho Panza, Sinatra, Rebolledo, Armando, Ceferino, ... 
Alfredo Landa.
Grande entre los grandes.

miércoles, 8 de mayo de 2013

A dónde vas y para qué


El último cine español está intentando a través de propuestas de género que el espectador joven se reconcilie con él. Durante décadas, con una identidad mucho más reconocible que la actual, se dirigió casi en exclusiva hacia un público mayor de treinta años (con excepciones puntuales como el “cine quinqui” o los Cracks de Garci en los Ochenta). Y luego ha gozado de tirones taquilleros y reconocimiento gracias a incorporaciones novedosas, como la garra visual de Alex de la Iglesia, el gamberrismo de Santiago Segura, la originalidad de Medem, la sensibilidad indie de la primera Coixet, la "jamonópera" de Bigas Luna, el oído para la calle de León de Aranoa o el primer Mañas, la autoría estratosférica de Almodóvar.

En paralelo, Amenábar inauguró con Tesis una nueva vía de acceso al público: despojar a las historias de identidad geográfica o cultural para realizar productos "globalizados" donde la solvencia de la trama se bastase por sí misma. Donde la universalidad no fuese consecuencia del localismo, sino que estuviese de partida al omitir referentes de origen más allá del idioma. Sus dos primeras películas, ambas fascinantes y de gran éxito, demostraron la eficacia de su fórmula, a la que le fue introduciendo variaciones y referentes según evolucionaron sus inquietudes. Seguramente porque para él no era una fórmula, comercialmente entendida. Eso es más cosa de productores.

En cualquier caso, había dejado una puerta abierta por la que entraron Mateo Gil con su Nadie conoce a nadie, Monzón y La caja Kovak, Balagueró con REC, Bayona y El Orfanato. El cine de género encontraba nuevos espacios y, en manos de cineastas con voz propia, se adaptaba al terreno del policíaco en títulos como La caja 507 de Urbizu, Celda 211 de Monzón en su mejor propuesta hasta la fecha o el último Grupo 7 de Alberto Rodríguez, por hacer corta la lista.

Al mismo tiempo, algunos productores españoles miraron hacia Argentina que, aportando más talento que plata, consiguió bombazos como Un lugar en el mundo, Martín Hache, El hijo de la novia o El secreto de sus ojos. Películas sin género, universales, con éxito y premios. Coproducidas, pero inconfundiblemente argentinas.

Y entre tanto, coqueteos aislados aparte (a dos por década), como el de Río abajo de Borau y Remando al viento de Gonzalo Suárez en los ochenta o Perdita Durango de De la Iglesia y Two Much de Trueba en la década siguiente, algunos más se animaban a rodar con el idioma de Los Otros (de nuevo Amenábar). En inglés serían, ya en este siglo, Los Crímenes de Oxford (de nuevo Alex), los terrores de la Fantastic factory (Balagueró y especialistas foráneos como Brian Yuzna), Ágora de Amenábar, Blackthorn de Mateo Gil... hasta llegar a Cortés y su Buried, Bayona con su Lo imposible o  Muschietti y su Mamá

La versión más depurada de este planteamiento -película con financiación española, pero en inglés- la pone Vicky, Cristina, Barcelona, donde se financia a Woody Allen y éste consigue armar una historia en la que el idioma de los personajes autóctonos adquiere categoría de gag (y la identidad catalana también).

La tendencia se bifurca enseguida y, junto al creciente número de películas directamente rodadas en inglés, se vienen produciendo otras que, aunque habladas en español, responden explícitamente a moldes anglosajones de consumo. Los últimos días y Combustión son los ejemplos más recientes -hay muchos más en camino- de esta especie de rendición que se me antoja suicida. ¿Para qué pagar la entrada por una copia barata teniendo por el mismo precio el lujoso original?

Así las cosas, reforzadas por la especial predilección de las cadenas televisivas hacia la producción de este tipo de apuestas, lo que se filma manteniendo cierta identidad (aún a riesgo de reducir su público una vez más al eminentemente adulto), se queda en cifras simbólicas por su falta de promoción, sus estrenos limitados y, no pocas veces, su poco interesante relato. Acaba, en fin, figurando en los papeles como el cine subvencionado no rentable y, por tanto, sobrante.

Con todo, un factor incomprensible como ningún otro atenaza todas estas fórmulas más o menos desafortunadas de sobrevivir como industria: Sus cabezas más visibles (los intérpretes) y los medios responsables de promocionarla o difundirla resultan ser colectivos que se entregan cada día a la adoración y el cuidado de su competidor más directo.

Si en los momentos en los que Coronado promocionaba el papel por el que ganó el Goya, El País le reunía con la Verdú para que juntos recrearan en una sesión de fotos a personajes de Blade Runner, Bond, Cleopatra, Bonnie and Clayde, Batman, etc., el Cinemanía de este mes da otra muestra muy elocuente de este problema en su reportaje “Cartelera de estilo”, que consiste en recrear carteles de famosas películas con -de nuevo- actores y actrices españolas que se prestan encantados al homenaje. Éstas son las películas homenajeadas: El gran Gastby de Clayton, Perdición de Wilder, Rebeldes sin causa de Ray, Bullit de Yates, Annie Hall de Woody Allen, Buscando a Susan desesperadamente de Seidelman.

Títulos míticos españoles, o tan siquiera europeos recreados para la ocasión: Cero.

A lo mejor soy un aguafiestas o un tocapelotas, pero a mí esta cinefilia excluyente me transmite un mensaje bastante directo: Éste es el cine que de verdad nos gustaría hacer, el que nos gusta ver, del que nos gusta hablar: El de ellos

Y esta impresión no lleva implícito que, por contra, debamos mirarnos el ombligo ni glorificar la España “eterna”. Pero entre ponerse autárquicos o casticistas y este papanatismo recurrente, debería existir algo alternativo que demostrase cierto criterio de marca.

Porque después el público, ya se sabe, mitifica lo que está sobre los pedestales.




viernes, 3 de mayo de 2013

Alacrán enamorado


Alex González tiene otro protagonista en cartelera, el skin reconvertido en boxeador que responde al nombre de Alacrán y que, por supuesto, se enamora.

Se trata de la nueva película de Santiago Zannou, el director de la premiada El truco del manco, que esta vez se zambulle en el mundo del boxeo y de las pandillas neonazis para fijarse en un desclasado que aprende a canalizar su rabia y sus ganas de sacudir al mundo a través de la disciplina del ring, el respeto por el adversario y el amor de una chica mulata.

Sí, ya sé: se trata de otra historia que no resulta demasiado nueva.  Tenemos en ella al viejo maestro echado a perder pero capaz de enseñar lo importante, al díscolo discípulo que le coge aprecio, a la bella mujer que disuelve en amor todo su odio, a la odiosa manada que mastica la traición de uno de sus líderes, al interesado jefe de filas político, al hermano de sangre carcomido por los celos,…

Ese es el talón de Aquiles de la película. Lo que nos cuenta nos lo han contado ya en bastantes ocasiones en títulos de allende los mares. Y la versión de Zannou ni se mete en complejidades políticas o sicológicas, ni busca sorprender en ninguna de sus facetas, solo soltar unas cuantas verdades contundentes a la barbilla del espectador. Lástima que la vocación de ser directo le haga pecar de esquematismo y sobreentendidos en demasiadas cosas, porque tiene un excelente reparto liderado por los hermanos Bardem, una puesta en escena precisa y adecuada, un sentido del ritmo que explota en el gimnasio y se ralentiza en la calle con acierto y clima.

Para ir terminando, esta es una película que llega un poco tarde, lo suficientemente comercial (aunque la taquilla no le responda tal y como están las cosas), lo suficientemente humana y amena, no demasiado enjundiosa, pero honesta.